El voto amnésico

El resultado de las recientes elecciones ha sido toda una sorpresa también para mí. No seré yo el que salga haciendo ingeniería comunicativa para justificar un resultado que no ha beneficiado a mi partido.

Pero sí tengo que reconocer que me ha sorprendido positivamente la respuesta del pueblo menorquín hacia una formación, como la nuestra, que prácticamente no ha dispuesto de tiempo para hacer llegar su mensaje y que ha renunciado por principios a hipotecarse con gastos desfasados en campañas de comunicación y márketing.

Nosotros no prometemos hasta obtener un voto amnésico. Este es un mal endémico en los políticos de hoy en día. Parece que cuando obtienen el voto pierden la memoria y «de lo prometido me olvido».

Tanto el PI como yo mismo nos podemos comprometer a seguir peleando por el bienestar de los menorquines. Lo haremos para corresponder a la confianza que, en nosotros, han depositado nuestros votantes pero, sobre todo, por responsabilidad social.

Seguiremos creciendo paso a paso, puerta a puerta, para equiparar al Menorquín a cualquier otro ciudadano del estado español. Es nuestro derecho.

La verdad del Menorca Basquet

Ha pasado mucho tiempo y, aunque no sea un tema fácil para mí, me gustaría aclarar una serie de acontecimientos antes de que sean utilizados de forma inadecuada ya que, como dije en su momento, no tengo nada que ocultar sobre lo sucedido durante mi gestión al frente del Menorca Básquet.

Antes de nada quiero resaltar que el sueño que construimos entre todos logró algo que nunca antes se había visto en Menorca: unir a toda la isla en torno a un proyecto que nos ayudó a definir una comunidad orgullosa de pertenecer a un equipo, pero sobre todo de ser parte de una identidad.

El Menorca Básquet nos ayudó a situar a nuestra isla en el mapa, a ser conocida a nivel internacional llegando a lugares a los que antes ni soñábamos –recuerdo por ejemplo a un grupo de seguidores incondicionales desde Japón o la ocasión en la que tomamos el Palau Blaugrana con unas gradas pobladas de menorquines-.

Muchos fueron los capítulos inolvidables que nos ayudaron a escribir las páginas más brillantes de la historia de nuestro deporte. Juntos logramos que se nos respetara y ser los líderes del deporte balear compartiendo ‘status’ incluso con el irrepetible Rafa Nadal al que hicimos socio de honor junto con otras destacadas personalidades del mundo del deporte y la cultura.

Todo aquello empezó a derrumbarse el día que una información malintencionada inundó las páginas del diario Marca (otra prueba de la dimensión de nuestro club) con una serie de calumnias que quedaron en el olvido al no poder ser probadas dejando una estela de injusticia alentada por el juicio prematuro y sin derecho a defensa al que fui sometido.

Ni el contrato que se presentó a la opinión pública estaba legalmente constituido (no se llegó ni a presentar al Consejo de Administración y a mí se me planteó como una opción para evitar que cualquier inversor pudiera llevarse el equipo a otra comunidad), ni ingresé ninguna cantidad adicional a mi sueldo como presidente profesional. El famoso cheque era simplemente el reintegro de un dinero adelantado por mí –tal y como tuve que hacer en los 10 años que estuve en el club-. De hecho unos meses antes de esa fecha tuve que avalar un millón de euros de mi patrimonio para que los empleados estuvieran al día.

Bajo mi mandato sólo hubo un retraso en el cobro de las nóminas de tres meses durante el cuarto año de la liga ACB y, tal y como reconocieron los gestores que tomaron las riendas del club y que lamentablemente lo condujeron a la desaparición, apenas tres años después la deuda acumulada no llegada a los 2,5 millones de euros. Faltando por cobrar el millón prometido por el Govern Balear y el fondo de ascensos y descensos de la ACB (1,5 millones de euros) sólo gestionando estos cobros el club estaría saneado y dispuesto a empezar de nuevo en una competición al alza como la Adecco Oro disponiendo adicionalmente de un importante legado: la mejor afición de España y una instalación moderna y emblemática como el Pavelló Menorca.

Me quedo con el recuerdo del sueño que vivimos y con la esperanza de que algún día ese Pavelló Menorca pueda recuperar la función para la que fue concebido gracias al renacimiento de un proyecto que vuelva a situar a Menorca en el mapa del deporte Mundial.

La fórmula

Asisto con horror, cansancio y hastío a la retahíla de promesas electorales que crecen en primavera conforme se acerca la cita con las urnas.

Los gobernantes prometen bajar los impuestos si les votamos ¿por qué nos los bajaron durante su mandato? Los aspirantes quieren convencernos de lo imposible ¿se creen que somos marionetas? Políticos… ya engañaron a los electores en Grecia y, tras obtener el poder, se han visto retratados.

¿Es posible concurrir a unas elecciones sin prometer nada que no se pueda cumplir? Yo creo que sí. Hay una fórmula: prometer sólo lo que está al alcance de tu mano. La transparencia, la honestidad y la capacidad ejecutiva. Trabajar desde el consenso, pero dejando de lado la especulación. Y sobre todo, no tratar al menorquín como una marioneta.

Basta ya de utilizarnos cada cuatro años como un porcentaje para dejar que nuestra isla se desangre a cambio del bienestar de unos pocos. Las marionetas para las fiestas.

El futuro de Menorca está más que nunca en el aire. En la capacidad de nuestros ciudadanos para poder moverse libremente sin tener que pagar precios abusivos, en su capacidad para acceder a un empleo digno que les permita desplazarse sin ser ciudadanos de tercera.

No teman que nos quedaremos mucho tiempo en nuestra isla porque es el mejor lugar del mundo para vivir. Pero esa es nuestra elección. No la imposición de un sistema viciado que sólo se preocupa de nosotros cuando suenan las trompetas preelectorales. Nosotros podemos mover los hilos que rigen nuestro destino. Hagámoslo.

Mis cinco reglas básicas para trabajar por el pueblo Menorquín

Hay 5 reglas básicas que han regido mi manera de trabajar al frente de diversos proyectos. La medurez me ha enseñado a respetar estos principios que deseo extrapolar al sistema de trabajo del PI en nuestra querida isla. Desde el liderazgo de la sociedad sin necesidad de tener un cargo u otro y sea cual sea el resultado electoral considero fundamental:

1/ La PARTICIPACIÓN directa de la ciudadania con sus opiniones, sugerencias valoraciones e incluso votaciones a través de la utilización de un sistema de encuestas que nos permita consultar al pueblo cuando sea necesario y no sólo cuando toque por un calendario electoral viciado.

2/ TRANSPARENCIA a través de información disponible y clara para cualquier persona, cualquier día y a cualquier hora implantando un sistema de comunicación vanguardista, eficaz y sobre todo basado en la credibilidad.

3/ El CONSENSO como forma de solucionar los problemas mediante el diálogo y la capacidad ejecutiva. Menos debate eterno y sin fundamento y una política directa debe marcar nuestro día a día.

4/ La EQUIDAD como forma de integración. Los menorquines serán los dueños de su destino. Hayan votado por la opción política que hayan votado. Estamos en contra de los guetos políticos.

5/ y la SENSIBILIDAD para tener en cuenta las demandas de los ciudadanos mediante la utilización de las nuevas formas de comunicación social y el acceso que nos permiten al pueblo.

De Menorca al cielo… en avión

Buenas amigos. Empiezo este blog con la misma ilusión con la que me he embarcado en la aventura de seguir trabajando por mi tierra, Menorca.

Los menorquines tenemos la suerte de vivir en la mejor isla del mundo, pero nuestros representantes no siempre luchan por ella como se merece, ya que están presos por los corsés de la política como forma de vida.

Precisamente este ha sido uno de los motivos por los que me decidí a aceptar la invitación del PI. Ellos no quieren políticos de profesión sino de acción.

Y una de mis primeras acciones, si la confianza del pubelo menorquín me lo permite, será trabajar por ir de Menorca al cielo…  pero en avión. Un avión accesible para todos los residentes y, al menos, con las mismas tarifas que en otras islas.

Un derecho que además de beneficiar a los residentes activará otras necesidades básicas de los menorquines como la economía, el derecho a un trabajo digno y a mejorar su calidad de vida.