Ha pasado mucho tiempo y, aunque no sea un tema fácil para mí, me gustaría aclarar una serie de acontecimientos antes de que sean utilizados de forma inadecuada ya que, como dije en su momento, no tengo nada que ocultar sobre lo sucedido durante mi gestión al frente del Menorca Básquet.
Antes de nada quiero resaltar que el sueño que construimos entre todos logró algo que nunca antes se había visto en Menorca: unir a toda la isla en torno a un proyecto que nos ayudó a definir una comunidad orgullosa de pertenecer a un equipo, pero sobre todo de ser parte de una identidad.
El Menorca Básquet nos ayudó a situar a nuestra isla en el mapa, a ser conocida a nivel internacional llegando a lugares a los que antes ni soñábamos –recuerdo por ejemplo a un grupo de seguidores incondicionales desde Japón o la ocasión en la que tomamos el Palau Blaugrana con unas gradas pobladas de menorquines-.
Muchos fueron los capítulos inolvidables que nos ayudaron a escribir las páginas más brillantes de la historia de nuestro deporte. Juntos logramos que se nos respetara y ser los líderes del deporte balear compartiendo ‘status’ incluso con el irrepetible Rafa Nadal al que hicimos socio de honor junto con otras destacadas personalidades del mundo del deporte y la cultura.
Todo aquello empezó a derrumbarse el día que una información malintencionada inundó las páginas del diario Marca (otra prueba de la dimensión de nuestro club) con una serie de calumnias que quedaron en el olvido al no poder ser probadas dejando una estela de injusticia alentada por el juicio prematuro y sin derecho a defensa al que fui sometido.
Ni el contrato que se presentó a la opinión pública estaba legalmente constituido (no se llegó ni a presentar al Consejo de Administración y a mí se me planteó como una opción para evitar que cualquier inversor pudiera llevarse el equipo a otra comunidad), ni ingresé ninguna cantidad adicional a mi sueldo como presidente profesional. El famoso cheque era simplemente el reintegro de un dinero adelantado por mí –tal y como tuve que hacer en los 10 años que estuve en el club-. De hecho unos meses antes de esa fecha tuve que avalar un millón de euros de mi patrimonio para que los empleados estuvieran al día.
Bajo mi mandato sólo hubo un retraso en el cobro de las nóminas de tres meses durante el cuarto año de la liga ACB y, tal y como reconocieron los gestores que tomaron las riendas del club y que lamentablemente lo condujeron a la desaparición, apenas tres años después la deuda acumulada no llegada a los 2,5 millones de euros. Faltando por cobrar el millón prometido por el Govern Balear y el fondo de ascensos y descensos de la ACB (1,5 millones de euros) sólo gestionando estos cobros el club estaría saneado y dispuesto a empezar de nuevo en una competición al alza como la Adecco Oro disponiendo adicionalmente de un importante legado: la mejor afición de España y una instalación moderna y emblemática como el Pavelló Menorca.
Me quedo con el recuerdo del sueño que vivimos y con la esperanza de que algún día ese Pavelló Menorca pueda recuperar la función para la que fue concebido gracias al renacimiento de un proyecto que vuelva a situar a Menorca en el mapa del deporte Mundial.